Pero aquí están las imágenes, y los científicos de la NASA pueden ahora respirar tranquilos y empezar a interpretarlas en busca de la tan ansiada agua lunar.Tal y como ya se había anunciado el pasado 9 de octubre, la misión LCROSS se estrelló, como estaba previsto, en dos tiempos contra una de las oscuras laderas internas del cráter Cebeus, en la Luna: primero fue su impactor, Centaur, que se separó de la nave y alcanzó su objetivo con precisión. Minutos después, la propia nave realizó idéntica maniobra, no sin antes registrar con todo detalle lo sucedido y enviar los datos a la Tierra.
Hasta este mismo fin de semana, sin embargo, la NASA no había dado por terminado el análisis preliminar de esos datos, una tardanza que había empezado a levantar críticas y sospechas, pues se esperaban las primeras imágenes y declaraciones apenas unas horas después de terminada la misión.
Los dos impactos, aunque se sabía que habían sido exitosos, no habían podido ser detectados y registrados por ningún instrumento terrestre, debido a que la situación del cráter Cebeus (de tres km. de altura) con respecto a nuestro planeta hace imposible que desde aquí pueda verse lo que sucede en su interior. Y aunque se hubiera podido, el pequeño cráter creado por el impactor Centaur tiene menos de treinta metros de diámetro mientras que la resolución de los mejores telescopios terrestres es, para la distancia que nos separa de la Luna (unos 300.000 km) de sólo 180 metros.
Por fortuna, los nueve instrumentos a bordo de la LCROSS sí que capturaron la secuencia completa del impacto del Centaur antes de estrellarse también contra la polvorienta superficie de nuestro satélite. Y en sus imágenes se aprecia perfectamente el penacho de polvo y escombros que se levantó tras la violenta colisión.
La imagen sobre estas líneas corresponde a 15 segundos después del impacto y en ella es perfectamente visible una humareda de entre 6 y 8 km de diámetro. «El equipo ha estado trabajando duro en el análisis y los datos recibidos parecen ser de una gran calidad», asegura Anthony Colaprete, investigador principal de la misión.
Noticia completa en ABC (España)