La investigadora aseguró también que la importancia de estas especies endémicas de Norteamérica y pertenecientes al periodo Jurásico, es comparable con la de las Islas Galápagos, en América del Sur.
La titular del Departamento de Ingeniería Genética, Laboratorio de Bacteriología molecular del Cinvestav, Irapuato, indicó que actualmente realiza experimentos en la entidad, con bacterias fotosintéticas que se encuentran en rocas y que se alimentan de aguas subterráneas de origen fósil que proviene del Protogolfo de México.
Las bacterias encontradas y examinadas, dijo, son apenas una pista del origen de la vida y de la diversidad biológica de la Tierra, pues de acuerdo al proyecto los microorganismos poseen químicos necesarios que se pueden utilizar para la vida. Ellos son el carbono, oxígeno, azufre, nitrógeno y fósforo, aunque los dos últimos tienen menor proporción en el agua de origen fósil, comentó.
Estas bacterias son los antecedentes más remotos de algunos otros organismos actuales, como el ántrax, reveló, tienen un alto potencial que pudieran ser utilizables en industrias, como la farmacéutica. Sin embargo, la destrucción de ese ecosistema puede impedir que se conozcan a fondo esas propiedades.
Al respecto, denunció que varias de las pozas que conforman Cuatrociénegas, se encuentran a punto de secarse, por la gran extracción de agua, incluso, mucha de ella, con microorganismos prehistóricos, es empleada para los cultivos de alfalfa que han proliferado en la región. La especialista afirmó que la comunidad científica internacional está muy interesada en el estudio de esas aguas, e incluso, la Nacional Aeronautics and Space Administration (NASA) ha iniciado algunos proyectos, con el fin de entender cómo esos microorganismos han logrado permanecer en la región desde hace millones de años.
Después de cuatro años de estudios y visitas de investigadores a aquella región desértica, la doctora Olmedo informó que estas bacterias son muy interesantes porque gracias a la metagenómica se pueden cultivar los microorganismos y conocer su biodiversidad, a través del ADN, sin tener que cultivarlos.
Asimismo, el estudio permite tomar muestras del "tapete microbiano" (muestras del suelo) donde se purifica el DNA y se sabe la secuencia que tienen, un ejemplo, es colocar a cada muestra un código de barras para identificar su información al momento de rastrearlos en la base de datos. Las pozas, añadió, son especiales porque mantienen una cadena alimenticia similar a la de hace 550 millones de años, debido a que sus microorganismos tienen características con especies marinas que posiblemente sean descendientes de los antiguos mares someros de la zona.
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