La Tingua moteada, ave nativa de la región, también conocida como polla sabanera, gallareta moteada o Gallinula melanops en su nombre científico, se parece a una pequeña gallina. Mide unos 33 centímetros, en promedio.
Hace unos años, ver su característico escudo frontal rojo o amarillo, su grueso pico y sus inconfundibles motas blancas sobre los lados y los flancos era fácil en los humedales de Cundinamarca, Bogotá y Boyacá.
En el libro rojo
Pero esta solitaria ave dejó de ser una de las más comunes en la región, para entrar en el libro rojo de las aves en peligro crítico de extinción, por la pérdida de su hábitat. Como cualquier otra especie, la gallina sabanera necesita unas condiciones específicas para su reproducción y su supervivencia. Las malas prácticas agrícolas, el uso de químicos y la transformación de los humedales en parques o lagunas han hecho disminuir la población.
"El problema es que se tiene la idea de que los humedales deben ser lagunas donde la gente va a montar en barquito, o los transforman en campos de golf o en piscina como el Juan Amarillo, que es el ejemplo de lo que no se debe hacer", afirma Enrique Zerda, profesor de biología de la Universidad Nacional que ha estudiado esta especie.
Esta pequeña gallina necesita bastante vegetación para vivir, pues los expertos como Zerda la describen como muy arisca y tímida. Requieren abundantes juncos, arbustos, plantas acuáticas y vegetación flotante para esconderse, porque huyen mucho de la presencia humana.
Además, se alimentan de esas plantas y de los insectos que allí abundan. "Se sumergen para buscar larvas, plantas, hojas y moscas. La tingua es insectívora y herbívora", explica Zerda. El hecho es que, si no se preservan los humedales, en unos años no se podrán ver más tinguas moteadas.
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