Una de las más antiguas sociedades científicas europeas, la Royal Society de Londres, sacó ayer miércoles esta investigación, a través la publicación de un artículo firmado por los dos investigadores citados y por otros tres científicos españoles, que han participado en este estudio: Enrique Peñalver, investigador titular del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), Pere Anadón del Instituto de Ciencias de la Tierra "Jaume Almera" (CSIC) y Luis Alcalá, director gerente de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, perteneciente al Gobierno de Aragón, y responsable del Grupo “Fósiles Continentales turolenses (focoturísticos)” reconocido como grupo emergente por el Departamento de Ciencia, Tecnología y Universidad del Gobierno de Aragón.
La participación de Alcalá deja de manifiesto que la comunidad científica de Aragón tiene un importante peso en este hallazgo, que revela una conservación insólita de los tejidos blandos de salamandras de hace 20 millones de años. Para este estudio se escogió uno de los pocos ejemplares que se conocen de salamandras fósiles del yacimiento castellonense de Ribesalbes; se trata de un ejemplar completo de la colección del Museo Nacional de Ciencias Naturales “aunque el IGME posee también excelentes ejemplares que podrán ser investigados en los próximos años” indica Enrique Peñalver.
La delicada conservación de las salamandras fósiles de Ribesalbes ha llamado la atención de los paleontólogos desde principios del siglo pasado. Sin embargo, no se había investigado con detalle hasta ahora. Los ejemplares se encuentran completos y con la marca del cuerpo alrededor del esqueleto en forma de una mancha oscura carbonosa. Y el análisis detallado de esta “mancha oscura” del cuerpo blando sobre la roca ha revelado un hecho sorprendente: se conserva la estructura celular de los músculos.
“Nunca antes se había documentado una conservación de tan alta fidelidad en el registro fósil”, explicó Enrique Peñalver. Esto obedece a que estos tejidos musculares fósiles son de naturaleza orgánica, se han conservado en tres dimensiones y presentan la estructura celular con todo detalle. “A este hecho se le suma que no han intervenido procesos posteriores de mineralización, como es común en otros tipos de conservación excepcional, y cabe destacar que, incluso, la fosilización de pequeños vertebrados en ámbar no ofrece una conservación tan completa”, concretó Peñalver.
Noticia completa en Aragón Investiga (España)