En una entrevista con EFE, Bermúdez de Castro, que también es codirector de las excavaciones de Atapuerca, ha explicado que la abundancia de restos de homínidos de la Sima del Elefante, una de las zonas más emblemáticas de los yacimientos, ha permitido estudiar los dientes de varios individuos y medir así las fases de su crecimiento biológico.
La conclusión ha sido que la lactancia materna se prolongaba hasta los tres o cuatro años, lo que los científicos relacionan directamente con su "buena salud" durante el resto de su vida. La leche humana va cambiando su composición y se va adaptando a las necesidades de crecimiento aportado todo lo necesario, algo que también podría ocurrir en la actualidad, ha añadido.
Bermúdez de Castro ha explicado que cada especie tiene leche materna adaptada a sus necesidades y ha señalado que el consumo humano de la procedente de animales como las vacas o las ovejas, para lo que tuvieron que adaptar su aparato digestivo, es "relativamente reciente" y debió comenzar hace unos 7.000 años.
Además, su consumo contribuye a proteger al hombre de ciertas enfermedades y actúa como elemento para prevenir la obesidad en la etapa adulta. Una vez que abandonaban la lactancia, los registros fósiles de Atapuerca indican, sobre todo gracias a las dentaduras, que seguían una buena dieta y eran omnívoros, aunque sólo se conservan restos de grasas y carnes.
Aunque los restos vegetales no se conservan, Bermúdez de Castro ha detallado que en la dieta de los homínidos de Atapuerca figuraron con toda seguridad setas, bellotas, frutos silvestres, peces e invertebrados que "variaban en función de la época, porque el clima era templado y había diferentes estaciones con sus propios alimentos de temporada".
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