Los murciélagos empiezan a perder su sitio en el Mediterráneo. La expansión de una agricultura industrial y la destrucción de sus ecosistemas los han convertido en especies en peligro de desaparición. Ni siquiera tienen donde reposar. Se eliminan los viejos árboles que que les servían de refugio en bosques y jardines, y, por otro lado, se han reducido algunas de sus presas favoritas (por ejemplo, algunos insectos, que han mermado por la utilización de los insecticidas). Por si fuera poco, se cierran a cal y canto las cuevas adonde van a dormir. "Muchas de estas cuevas se usan para actividades turísticas y de espeleología; a veces, se ponen puertas al ser usadas por los ganaderos para guardar sus herramientas o simplemente se clausuran porque se estima que pueden suponer un peligro", dice a este diario Anabelle Cuttelod, investigadora de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La perturbación de los lugares de cría de los murciélagos también se debe a una restauración o rehabilitación inadecuada de los viejos edificios. La persecución y la destrucción de sus colonias –a veces, son considerados una plaga– son otras causas de su declive. Esta situación es descrita en el primer estudio global sobre el estado de los mamíferos del Mediterráneo, elaborado por la UICN, en el que se destaca que uno de cada seis especies de mamíferos sufre el riesgo de desaparecer.
El informe ha evaluado un total de 297 especies de mamíferos (todas excepto ballenas y delfines) y concluye que nueve de ellas (el 3%) se encuentra en un estado crítico, con un peligro de extinción inminente; son el perro salvaje africano (licaón), el serval (un felino africano), el lince ibérico, el leopardo, el visón europeo, la foca monje, la gacela persa, la gacela dama y el asno salvaje africano. Mientras, los pequeños mamíferos (roedores, murciélagos, musarañas, erizos y topos), que constituyen la mayoría de los mamíferos del Mediterráneo, tienen cada vez más dificultades para sobrevivir. "El deterioro y la modificación drástica de sus hábitats es la principal causa de esta situación; pero también inciden la invasión de especies foráneas, la caza ilegal y la falta de disponibilidad de agua vinculada al cambio climático", explica Annabelle Cuttelod.
El lince ibérico sufre la fragmentación de sus poblaciones, y el visón europeo, la invasión de su competidor americano, mientras que la foca monje –muy sensible a cualquier perturbación de sus hábitats de reproducción– ha visto alterados sus reductos en Turquía y Grecia con la intensificación del turismo y la urbanización de las costas.
Además, otras 15 especies (el 5%) están amenazadas; entre ellas, las gacelas, el macaco o los murciélagos. Gacelas y antílopes del norte de África sufren el sobrepastoreo del ganado, con el que entran en competencia por la obtención de agua. Y además, otras 24 especies (el 8%) están catalogadas como vulnerables. Aquí no sólo están el oso, el lobo o el desmán de los Pirineos, sino los prosaicas ratas de campo, víctimas también de los insecticidas. Lo más grave es que 20 de las 49 especies en peligro sólo se encuentran en esta región del planeta.
Y siete especies ya están extinguidas: el león, el tigre, el hipopótamo, tres antílopes (el addax, el alcelafo y el orix cimitarra) y el gamo persa.
Noticia publicada en La Vanguardia (España)