Todo esto es imposible en las supertierras —planetas con un tamaño entre cinco y 10 veces el de la Tierra— descubiertas en los últimos 15 años, porque su campo magnético no puede crear placas en la corteza y moverlas. Así lo afirma un grupo de investigadores alemanes que presentará sus conclusiones el próximo día 15 en un congreso en Potsdam.
Vlada Stamenkovic, L. Noack y D. Breuer, del Grupo Conjunto de Física Interior Planetaria de la Universidad de Münster y del Centro Aerospacial Alemán (DLR), con sede en Berlín, han estudiado la capacidad de los planetas para generar magnetismo dinámico y mover las placas de su corteza. Ambos puntos son necesarios para la vida, ya que el campo magnético desvía el exceso de radiación solar, fenómeno que queda patente en las auroras boreales. Por su parte, el movimiento de las placas tectónicas recicla el carbono y estabiliza la concentración de CO2 en la atmósfera.
El tamaño importa
Mediante modelos y simulaciones, el equipo de Stamenkovic estudió la relación entre la masa de un planeta y su capacidad para romper su propia corteza creando placas. Su principal conclusión es que en los planetas de mayor masa, el aumento de presión reduce la viscosidad del manto líquido que hay entre el núcleo y la corteza rocosa. En consecuencia, las fuerzas convectivas creadas por el movimiento del fluido no son mayores (como correspondería al mayor tamaño del planeta, si la viscosidad se mantuviera) sino iguales a las de los planetas menores, y el grosor de la corteza aumenta. En resumen: la corteza no se resquebraja ni hay placas que se muevan.
Según Stamenkovic, Noack y Breuer, el tamaño influye también sobre el campo magnético creado por el movimiento del planeta. En sus estadios iniciales el núcleo de los planetas es líquido, aunque la temperatura se reduce en el límite con el manto viscoso que lo separa de la corteza. Para los planetas con masa 10 veces superior a la de la Tierra, el equipo berlinés calcula que la temperatura del núcleo líquido supera los 25.000 grados absolutos (Kelvin). Sus experimentos muestran que cuanto mayor es la masa de un planeta, más difícil es que llegue a solidificar en él un gran núcleo (metálico) y por tanto reduciendo su capacidad de generar mediante un efecto dínamo un campo magnético que, a su vez, proteja la superficie del planeta frente a las radiaciones de estrellas cercanas.
El equipo que presentará este estudio el próximo día 15 en el Congreso Europeo de Ciencias Planetarias estima que los planetas que más probabilidades tienen de desarrollar una tectónica de placas en su corteza son los que tengan una masa que oscile entre la mitad y 2,5 veces la de la tierra.
Sin embargo, no existen placas tectónicas en Venus, planeta al que se suele considerar gemelo de la Tierra, y cuya masa es el 80% de la de nuestro globo. Al menos, Venus tiene volcanes que en parte reciclan su corteza, aunque no la resquebrajen. “La Tierra es especial”, concluye Stamenkovic.
Noticvia publicada en Gaceta (España)