El estudio realizado por Gary R. Scott y el español Luis Gibert en el Berkeley Geochronology Center (California) y que mañana publica la revista científica británica "Nature", ha analizado los yacimientos de la Solana del Zamborino (Granada) y el de Cueva Negra (Murcia).
El trabajo demuestra que estos yacimientos datados inicialmente en el Pleistoceno Superior, entre 100.000 años y 400.000 años, tienen una edad mínima de 760.000 años en el caso de la Solana de Zamborino y de alrededor de 900.000 años en el de Cueva Negra.
"Este nuevo análisis convierte a Cueva Negra en el yacimiento con industria de bifaces más antiguo de los que se han datado hasta el momento en Europa", según ha explicado Gibert en declaraciones a Efe.
Este descubrimiento es el resultado de un estudio geocronológico más amplio que se está realizando en el sureste peninsular que indica que existió una ocupación humana continuada en esta zona y que la presencia de evidencias de la cultura olduwaiense y de la achelense, ambas con origen africano, acercan la cultura europea a la africana.
Los bifaces aparecen en África hace 1,5 millones de años y su importancia radica en que se asocian con el Homo ergaster o el Homo erectus, "porque la construcción de herramientas con formas predeterminadas y simétricas implica una mayor capacidad cognitiva", ha apuntado Gibert.
Este investigador ha recalcado que la aparición de la industria olduwaiense y achelense más antigua de Europa en el sureste peninsular, que es extremadamente rico en bifaces, indica que "el Estrecho de Gibraltar funcionó como una barrera permeable a los homínidos durante el Pleistoceno Inferior y que probablemente lo cruzaron en varios momentos".
Además, la presencia de fauna africana en el yacimiento murciano de Cueva Victoria y la casi total ausencia de bifaces entre el este de Italia e Israel, apoyan esta teoría. "Hasta ahora los yacimientos habían sido datados sólo por criterios arqueológicos por lo que la industria muy elaborada los situaba en una edad mucho más moderna a la real", ha señalado Gibert.
En esta nueva datación los investigadores han utilizado la técnica del paleomagnetismo que permite registrar los cambios que se han dado en la polaridad del canto magnético terrestre a través de sedimentos que tienen minerales con hierro.
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