Así lo revela hoy un estudio realizado por un equipo de científicos estadounidenses que publica la revista Science. Los curiosos animales se llaman Swina bombiviridis , miden entre 1,8 y 9,3 centímetros de largo y viven entre los 1.863 y 3.793 metros de profundidad.
Estos son gusanos de cuerpo segmentado y blando, alargado, cilíndrico y transparente, excepto por sus vísceras. Los organismos no tienen ojos, por lo que se cree que se valen de sonidos, composición química, temperatura o presión del agua para guiarse en su oscuro hábitat y detectar a sus depredadores.
Cuando se sienten amenazados por otros peces más grandes y algunos crustáceos, ellos liberan partes ínfimas de su propio cuerpo, es decir, apéndices. Estas partes funcionan como pequeñas "bombas" llenas de un líquido verde bioluminiscente que no es otra cosa más que hemolinfa: un poco de su propia sangre.
“Ellos liberan de una a dos "bombas" a la vez y, si los sigues molestando, seguirán despidiéndolas”, dijo la científica Karen Osborn, del Instituto de Oceanografía Scripps en San Diego, California.
Estas esferas o "bombas" logran iluminarse durante apenas unos pocos segundos hasta que se apagan gradualmente. Sin embargo, ese es tiempo suficiente para que los gusanos huyan y se escondan. Nótese que estos organismos poseen más de 30 cerdas alargadas distribuidas a lo largo de su cuerpo –a ambos lados – que utilizan como eficientes remos.
Estos remos hacen de estos animales gusanos muy hábiles para nadar a gran velocidad. “Nadan con igual destreza hacia adelante que hacia atrás, dejando a su paso un trazo ondulado de una gran longitud de onda”, explicó Osborn, autora principal del estudio.
“Por si fuera poco, estos gusanos están en capacidad de regenerar las partes del cuerpo que perdieron al liberar las bombas bioluminiscentes”, agregó la investigadora.
Noticia completa en Nación (Costa Rica)