La responsable es una proteína increíblemente flexible llamada fibrina, que aquí aparece coloreada en marrón, en esta fotomicrografía hecha con el microscopio electrónico de barrido. En este caso concreto la fibrina acaba de formar un trombo que ha ocasionado un infarto agudo a un paciente.
La red marrón se pega a las plaquetas, que aquí aparecen en un color violeta claro. También hay intrusos en este trombo: eritrocitos, que son los componentes esenciales de la sangre que llevan el oxígeno y tienen hemoglobina, aparecen como balones rojos aplastados, y en verde se puede ver un leucocito, una de las células defensivas del cuerpo, que ha quedado atrapada en la red de fibrina.
Comportamiento
La fibrina muestra aquí su peor cara, pues resulta peligrosa y los coágulos desembocan en serias afecciones cardiovasculares. Pero resulta esencial para contener las hemorragias. La fibrina responde de una manera distinta según el caso.
Si se le somete a tensiones que la estiran, las fibras de proteína se alinean en dirección al estiramiento, alargándose hasta disminuir su volumen, un comportamiento antes no observado. Este estiramiento sorprendente ocurre a nivel molecular.
"Cuanto más conozcamos el coagulamiento de la sangre, mejor aprenderemos a controlarlo y modularlo, lo que podría llevarnos a nuevos tratamientos contra los coágulos trombóticos y las hemorragias", ha indicado John Weisel, otro de los autores de este trabajo que publica la revista Science.
Noticia publicada en Ecodiario (España)