Nuevas especies de insectos y arácnidos del Cretácico están saliendo a la luz en los ámbares recuperados en diferentes yacimientos españoles, en concreto en El Soplao (Asturias), Sant Just (Teruel) y en Peñacerrada (Álava), gracias a un proyecto de investigación puesto en marcha en el sincrotrón europeo de ESRF, en Grenoble (Francia).
El sincrotrón consiste en un potentísimo haz de luz capaz de desvelar los secretos más ocultos de la materia mediante rayos X.
Los nuevos hallazgos, entre los que se encuentra un escarabajo que aún está por estudiar con profundidad y ser publicado, han sido posibles gracias a la tecnología de este gigantesco acelerador de electrones, que funciona como un supermicroscopio y es capaz de ver en el interior de piedras de ámbar que son casi opacas, debido a la acumulación de impurezas, e incluso entrar en el organismo de los bichos que se encuentran atrapados dentro desde hace más de 100 millones de años.
La paleontóloga española Carmen Soriano, especialista en el estudio de coleópteros, actualmente en la Universidad de Reims (Francia), recuerda en su laboratorio de Grenoble que el ámbar antiguo encontrado en España es una mina de nuevas especies de insectos, todos ellos diminutos «porque son los que no tuvieron fuerza para escapar a la pegajosa resina de los árboles».
"Aquí estamos estudiando unas 30 piezas provenientes de yacimientos españoles y lo que salga de ellas será muy interesante para descubrir cómo era antes ese pedazo de tierra que ahora es la Península Ibérica. Los coleópteros, por ejemplo, son grandes indicadores de los cambios que se han producido en el clima", explica la investigadora.
Soriano, que ha trabajado en diversas instituciones en España antes de viajar al otro lado de los Pirineos, reconoce que es un privilegio trabajar con una tecnología de estas características.
Gracias a ella, puede contar con reconstrucciones de los animales en resinas muy minuciosas y ver los secretos que ocultan los ámbares cretácicos, sobre todo los que son más oscuros, en los que resulta muy difícil descubrirlos con un microscopio. De hecho, comenta que gracias al sincrotrón de ESRF se ha podido descubrir en una de las piedras una avispa de tan sólo un milímetro de longitud, así como hormigas diminutas y hasta los restos de algunas telarañas.
Para los paleontólogos, cada ámbar de este periodo (que duró de hace 145 a hace 65 millones de años) es un auténtico tesoro.
Hay que recordar que entonces se produjo en la Tierra una gran explosión de flores y plantas, y por tanto también de insectos. Miles de especies aparecieron y se extinguieron y sólo gracias a las nuevas tecnologías se está empezando a organizar lo que fue su filogenia.
Pero ¿cómo funciona este enorme haz de luz? Paul Tafforeau, que dirige una línea de investigación paleontológica en el sincrotrón europeo, lo resume en pocas palabras: "Se utiliza la radiación para diferenciar las densidades dentro de la resina, capa por capa, de forma que se logra el vacío de los objetos que hay dentro. En cada ejemplar se tarda entre 20 y 50 minutos en visualizar, y se realizan unas 1.500 proyecciones por cada escaneo".
Noticia completa en El País (España)