Pero qué mecanismos biológicos han facilitado el acercamiento frente al aislamiento. La neurociencia acaba de aportar una nueva pista para explicar en parte el éxito evolutivo de la humanidad. Y lo ha hecho desde el estudio de cómo el cerebro procesa las emociones a partir del reconocimiento facial. ¿La conclusión? El cerebro detecta más rápido la felicidad y la alegría que la tristeza, la ira o el miedo. Lo que, traducido, viene a significar que el hombre, instintivamente, escoge las emociones positivas como primer paso hacia la sociabilidad.
«El gen altruista le puede al gen egoísta. Un rostro feliz induce al acercamiento, a establecer una relación social. Puede decirse que la selección natural favorece el acercamiento, la sociabilidad», explica el investigador de la Universidad de Barcelona J. Antonio Aznar-Casanova, autor principal de un estudio que acaba de ser publicado en la revista científica Laterality.
Su teoría, basada en el hecho demostrado de que el cerebro procesa más rápido las emociones positivas que las negativas, es algo que tendrán que apuntalar los naturalistas. «Es a ellos -señala- a quien les toca hacer la interpretación de lo que nosotros hemos descubierto y de por qué existe esta ventaja evolutiva». Lo que sí está probado es que un gesto de miedo produce una impresión paralizante en la persona que lo reconoce, lo que vendría a significar que, ante esta emoción, prefiera a otra con un rostro alegre.
El estudio, en el que han participado investigadores españoles y brasileños, muestra que con solo cien milisegundos (0,1 segundos) de exposición a una cara el cerebro es capaz de tener una primera impresión de los aspectos sociales más sobresalientes de una persona. Lo que ha quedado corroborado en la investigación es que «el hemisferio derecho tiene más facilidad para procesar las emociones, tiene una ventaja sobre el izquierdo en el procesamiento de emociones a partir de expresiones faciales», apunta Aznar-Casanova.
Noticia publicada en La Voz de Galicia (España)