Los autores explican que cuando un cuco aparece con la esperanza de introducir uno de sus huevos en el nido de un carricero común, éste reacciona con una apasionada defensa, intimidando a las aves parasitarias mientras realiza llamadas raspantes de sonido elevado y chasquean sus picos.
La investigación muestra que los carriceros aprenden esta conducta al observar a sus vecinos pero que el proceso está guiado por la biología. Cuando los investigadores sustituyeron al cuco por muñecos de loros inofensivo, los carriceros no siguieron la conducta de acoso a pesar de verlo en otras aves.
Algunas aves han desarrollado defensas contra los anidamientos parasitarios, como el de los cucos, de forma demasiado rápida como para que sean cambios genéticos. Para investigar explicaciones alternativas, los investigadores diseñaron experimentos en los que carriceros comunes jóvenes y sin experiencia observaban la conducta de sus vecinos contra los cucos y muñecos de loros.
Los carriceros inexpertos adoptaron la conducta de acoso después de ver a sus vecinos repeler a los cucos pero no a los loros, lo que sugiere que los carriceros están condicionados a aprender nuevas conductas sólo cuando se corresponde con amenazas reales.
Esta predisposición podría beneficiar a las poblaciones de carriceros a largo plazo, ya que conductas como el acoso pueden ser contraproducentes si se utilizan en una situación errónea, por ejemplo, al atraer a los depredadores.
Noticia publicada en Europa Press (España)