Esta es una de las conclusiones de un trabajo publicado en la revista PNAS, el cual "podrá servir también para localizar y mejorar la gestión de las pesquerías marinas", según los investigadores.
En el estudio han participado físicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de las Islas Baleares, en colaboración con biólogos y oceanógrafos franceses.
Según una nota del CSIC, los investigadores, para llegar a estas conclusiones, equiparon con radiotransmisores un grupo de aves fragatas (Fregata minor) que anidan en la Isla de Europa, en el canal de Mozambique que separa la isla de Madagascar de la costa africana.
Los científicos descubrieron que estas aves sobrevuelan en busca de su pesca diferentes estructuras del flujo oceánico, como bordes de remolinos, chorros, frentes y formaciones alargadas parecidas a filamentos. El hecho de que las aves realicen estas rutas tanto de día como de noche indica que los animales no deben de detectarlas visualmente, sino mediante el olfato, según los investigadores.
"Es curioso constatar cómo las aves han aprendido a identificar en el mar estos caminos que ahora sólo los científicos somos capaces de calcular mediante técnicas matemáticas basadas en la teoría del caos", ha señalado Emilio Hernández-García, del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos, centro mixto del CSIC y la Universidad de las Islas Baleares, en Palma de Mallorca.
Diversas especies de aves marinas son capaces de volar ininterrumpidamente durante días para encontrar y pescar comida. Es sabido que los remolinos oceánicos son lugares frecuentados por estas aves y otros predadores, como los atunes y las tortugas, según los científicos.
Hasta ahora, sin embargo, se sabía muy poco de las razones y detalles de esta preferencia, tanto por la dificultad de observar de forma sistemática a estos animales marinos como por la de detectar y seguir simultáneamente los remolinos.
Noticia publicada en Diario Información (España)