Aquellos humanos, según concluye una nueva investigación, habrían evolucionado en poblaciones que estaban aisladas geográficamente, lo que hizo que no fueran exactamente iguales en sus genes, una conclusión que ya había apuntado el año pasado el equipo del paleontólogo español Manuel Domínguez-Rodrigo.
Durante una excavación en el Lago Eyasi (Tanzania), encontraron un fragmento de cráneo de "H. sapiens" que indicaba que no todos los humanos modernos eran idénticos.
El trabajo, que se publica esta semana en la revista "Proceedings of National Academy of Science (PNAS)" ha ido más lejos y da otra vuelta de tuerca a la cada vez más compleja historia humana: Ni hubo una salida, ni hubo una "Eva negra" genética, sino varias.
Para ello, los investigadores han analizado 486 señales anatómicas de 203 cráneos fosilizados para comparar, mediante métodos de geometría morfológica, las formas de cada uno de ellos, al margen de su tamaño.
En concreto, se han fijado en parte neurocraneal, dado que es la que menos deformaciones sufre a lo largo de la vida. El equipo, dirigido por Gerhard W. Weber, quería comprobar el origen de la variabilidad existente entre los seres humanos que hoy habitan en planeta, demostrada genéticamente. El problema es que no hay datos genéticos de nuestros antepasados hace entre 200.000 y 60.000 años. Tras observar la gran variabilidad dentro de los H. sapiens primitivos, mayor que entre otros homínidos e incluso mayor que hoy, han deducido que vivían en poblaciones aisladas dentro de África, por lo que se fueron diferenciando localmente en el Pleistoceno, antes de emigrar.
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