Los pinzones tienen bien sea una coloración roja o negra en sus cabezas, entonces discriminan entre los colores en un intento para aparearse con otro del mismo color.
Sarah Pryke y Simon Griffith colorearon experimentalmente de negro las cabezas de pinzones rojos para ocultar su contenido genético y luego los aparearon con hembras negras y rojas. Observaron luego que las hembras de color negro apareadas con machos rojos pintados de negro tenían aproximadamente igual número de machos y de hembras.
Pero las hembras de rojo apareadas con machos rojos pintados de negro (dando la impresión de una genética diferente) tenían significativamente más machos (72 por ciento de sus huevos) aunque fueran genéticamente compatibles. Los resultados muestran que las hembras desempeñan de hecho un rol en la determinación del sexo de sus descendientes, en vez de que sean las diferencias genéticas.
Los científicos, cuyo estudio fue publicado ayer por la revista Science, encontraron además que las hembras ponían menos huevos y que estos eran más pequeños, cuando aparentemente se apareaban con un macho de distinto color, aún si la coloración era superficial. Los hallazgos ilustran la increíble capacidad adaptativa de las especies para alterar estratégicamente su inversión en hijos e hijas, dependiendo de la compatibilidad genética de su compañero.
Noticia publicada en El Colombiano (Colombia)