Aunque se sabía de la existencia de esta enorme criatura, llamada técnicamente Hurdia victoria, muchos de los restos habían sido mal identificados e incluidos en otras familias animales, desde medusas hasta pepinos de mar.
Los científicos, dirigidos por Allison Daley, explican en la revista especializada Science que este gran animal y sus primos cercanos, todos de la familia de los anomalocarídidos, dominaron los mares del Cámbrico alimentándose de buena parte de sus habitantes.
Primeros restos en 1912
Al analizar varios cientos de fósiles encontrados en Canadá desde 1912 hasta fechas recientes, los investigadores han conseguido reorganizar una imagen más clara del hurdia y su lugar en el árbol genealógico de los anomalocarídidos. Estos animales, antepasados muy lejanos de las gambas y los insectos, podían medir hasta dos metros de largo. Eran los mayores animales del Cámbrico.
El cuerpo del hurdia es segmentado, en su cabeza tiene dos garras y una estructura de mandíbula circular con muchos dientes. "La mayoría del cuerpo está cubierto por branquias, que probablemente eran necesarias para que un animal tan grande y activo nadador obtuviera oxígeno", explica Daley.
El rasgo más novedoso y misterioso de esta especie es el gran caparazón de tres partes que nace de la zona delantera de su cabeza hacia el exterior. "No se parece a ninguna otra estructura observada en otros fósiles o en los artrópodos vivos", prosigue.
Muchos animales tienen una concha o caparazón que protege sus órganos blandos, pero en el caso de este depredador marino está vacía y ni cubre ni protege al resto del cuerpo.
Noticia publicada en El Periódico (España)