Este nuevo hallazgo paleontológico fue el resultado de una expedición celebrada ayer, en la que tampoco faltaron otros descubrimientos. Entre los más destacados, varias huellas de un cocodrilo jurásico de pequeño tamaño, una icnita de dinosaurio terópodo (carnívoros bípedos de los que surgieron las aves) y una hoja de conífera.
El trabajo, minucioso e incansable, de los tres miembros del equipo científico del Muja -José Carlos García-Ramos, Laura Piñuela y José Ignacio Ruiz-Omeñaca- no deja de dar frutos. Desde hace tres años ya han logrado rescatar de la costa oriental más de 300 restos del Jurásico Superior, legados de dinosaurios y otras especies, que vivieron en Asturias hace la friolera de 150 millones de años.
La expedición de ayer, que discurrió por las afiladas e inestables rocas de la parte oriental de Playa España, arrancó a las diez de la mañana y culminó pasada la una de la tarde. En los trabajos de rescate de los restos jurásicos también participó Teo Morís Costales, uno de los gemelos de la localidad maliayesa de Quintueles -el otro es Gerardo- que ayudan al equipo científico del Muja desde hace trece años. La labor de estos dos hermanos es imprescindible para culminar los rescates. Ambos poseen una cantera de arena y su conocimiento de las rocas es vital para reducir su tamaño y su peso sin dañar el fósil, y así sacar del acantilado los restos que, si quedaran allí, el mar acabaría destrozando.
Las dos rocas en las que había impregnados restos de xorrón pesaban 200 y 150 kilos, aproximadamente, y, gracias a la destreza de Teo Morís con la maza y las cuñas de hierro, quedaron reducidas a 50 y 30 kilos, respectivamente. «Su labor es vital para nosotros. Sin los gemelos no hubiéramos podido salvar tantas huellas. Pero aún hay muchas por rescatar y sólo con medios humanos es imposible», subrayó García Ramos.
Los científicos del Muja habían localizado hace unos días las dos rocas con restos de excrementos de xorrón y otra más pequeña con una huella de un dinosaurio teogosaurio. Ayer, la lluvia por fin dio una tregua y, aprovechando la bajamar, el equipo de García-Ramos inició la aventura.
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