"Ya no se construyen Omo Hada (casas tradicionales de Nias), no hay dinero, sólo se hacen viviendas baratas de cemento y ladrillo que no resisten seísmos", explica a Efe Yoswanda Yoga Wardana, miembro de la ONG local Ragi Buana.
El voluntario indonesio se mueve entre el intrincado entramado de pilares al aire libre que constituyen la planta baja de la Omo Sebua (casa mayor) del poblado tradicional de Bahomata Luo, en el sur de la isla.
"Primero se colocan unas grandes piedras sobre el terreno y sobre ellas se encajan varios tipos de pilares: los ehomo (verticales), los ndriwa (en forma de V, con el vértice en tierra) y los oto mbao ndriwa, que conectan unos y otros", explica.
Los primeros soportan el peso del edificio, siempre de tres plantas; los segundos aportan flexibilidad y resistencia en caso de movimientos provocados por un seísmo; y los terceros logran mantener todo el conjunto unido.
Estas técnicas, para las que no se emplean clavos o cemento, se remontan a más de siete siglos, la edad que tiene la casa más antigua de Nias.
"En caso de terremoto, la casa tradicional entera tiembla, pero no se derrumba", asegura Yoswanda Yoga Wardana.
El peligro en esta isla situada al noroeste de la de Sumatra es real: Nias se encuentra en un extremo del "Círculo de Fuego" del océano Pacífico, donde son frecuentes los terremotos de intensidad media y alta.
Hace cuatro años, un fuerte movimiento telúrico de 8,7 grados en la escala abierta de Richter sembró la isla de muerte y destrucción.
Un total de 758 personas murieron, otras 1.500 resultaron heridas, casi dos de cada tres casas registraron daños, la mitad de los edificios públicos y los puentes se derrumbaron, y la infraestructura de telecomunicaciones quedó totalmente destruida.
"La mayoría de las casas afectadas eran construcciones nuevas. Las tradicionales aguantaron mucho mejor el terremoto", afirma a Efe Juang Laiya, responsable local de la Organización de Naciones Unidas para Educación, las Ciencias y la Cultura (UNESCO).
A conclusiones similares llegó un estudio de la Universidad Tecnológica de Viena, que destacó que "la mayoría de los fallecidos fueron víctimas de las casas de cemento que colapsaron" y que "la benevolencia de la madera salvó vidas".
La pobreza es la principal causa de que en Nias las casas típicas estén en franco retroceso, pues es necesario importar la resistente madera de Besua, un árbol que crece en las islas próximas.
Además y según establece la tradición, antes de comenzar la obra deben celebrarse los rituales indígenas, cada vez menos abordables para los bolsillos de los habitantes de la isla.
"Nadie está dispuesto a construir una vivienda tradicional sin realizar las fiestas necesarias, que son costosísimas y en las que hay que invitar a todo el pueblo y sacrificar muchos animales", explica Laiya.
Noticia publicada en ADN (España)