Los científicos han conseguido establecer una relación entre un pequeño fragmento de ADN y la esquizofrenia, el retraso mental y el autismo, lo que podría cambiar la perspectiva desde la que se contemplan actualmente las enfermedades, señala un artículo publicado en la revista Technology Review, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).
Bajo el título “A hole in the genome” (“un agujero en el genoma”), el artículo explica que, entre los más de 200 millones de pares de bases o “letras” que contiene el cromosoma 1 (que es el cromosoma humano más grande, con más de 3.100 genes), existe un pequeño fragmento de ADN que es particularmente propicio a los errores: el llamado 1q21.1.
Cuando el cromosoma 1 se duplica durante la división normal de la célula, al parecer, este fragmento tiende demasiado a “replicarse mal”, generando copias extra o menos copias de lo necesario.
Estos errores minúsculos pueden tener un impacto enorme en la gente que los porta. Diversos estudios realizados en los últimos años han demostrado, de hecho, que los fragmentos extra o perdidos de ADN en la región del 1q21.1 suponen el riesgo de desarrollar una amplia gama de trastornos psiquiátricos y neurológicos, entre ellos, el autismo, la esquizofrenia y el retraso mental.
Cambio de dirección en las investigaciones
El descubrimiento de que una única pieza de ADN puede producir diversas consecuencias para la salud abre nuevas vías en el estudio de las enfermedades: ahora, los científicos en lugar de centrarse sólo en hallar un desperfecto genético común en las personas con una enfermedad particular, han empezado a buscar las diversas enfermedades que puede producir un solo defecto genético, en personas distintas.
Estos estudios sugieren que incluso pacientes con diagnósticos diversos podrían compartir un problema biológico común. Mark Daly, un genetista del Broad Institute de Cambridge explica en Technology Review que los especialistas se han dado cuenta de que, en la búsqueda de las bases moleculares de la enfermedad, resultaría provechoso analizar las conexiones entre fenotipos (manifestaciones del genotipo) aparentemente no relacionados.
Daly y sus colaboradores descubrieron el año pasado, por ejemplo, que un solo fragmento de ADN del cromosoma 16 (los humanos tenemos un total de 46 cromosomas) sería responsable del riesgo de varios trastornos cerebrales.
Aunque los médicos sabían desde hace tiempo que anomalías estructurales de nuestro genoma pueden provocar problemas de desarrollo y enfermedades (por ejemplo, una copia extra del cromosoma 21 provoca el síndrome de down), hasta hace sólo unos años la tecnología no ha estado preparada para profundizar en el ADN.
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