Zambullirse en un mar de medusas parece una temeridad, pero en una laguna marina de Palau puede hacerse sin miedo a sufrir picadura alguna, pues la evolución de la especie ha mutado las células de su mecanismo de defensa.
En un fenómeno único en el mundo y una de las mayores atracciones turísticas de esta diminuta nación insular del Pacífico, hasta niños pequeños nadan entre los habitualmente letales animales, pero apenas notarán un leve cosquilleo incluso si un tentáculo les roza los labios, según pudo comprobar Efe.
Situada en la región de Peleliu al suroeste de Palau, la popular "Laguna de las Medusas" es de agua salada pese a estar separada del mar por las gruesas paredes de piedra caliza de un islote, pero éstas tienen pequeños surcos a través de los cuales penetra el salitre y sus nutrientes.
La "charca" fue formada hace unos 15.000 años, cuando el gradual movimiento de las placas tectónicas provocó que el espacio se cerrara y atrapara allí a los invertebrados, que hasta entonces eran cazados por su tradicional enemigo, la tortuga marina.
Sin embargo, los reptiles pudieron escapar de la transformación geológica y así las medusas se quedaron sin su depredador natural, explica la estadounidense Laura Martin, investigadora del Centro Internacional para la Conservación del Coral.
Poco a poco, esa circunstancia fue restando potencia a sus toxinas hasta el punto de que ahora son tan débiles que sólo causan daño a los microorganismos del plancton del que se alimentan.
Además, las medusas, pertenecientes a una subespecie exclusiva de la laguna, fueron multiplicando sus números hasta por encima de los diez millones en una laguna de apenas 12 hectáreas de extensión y unos treinta metros de profundidad.
Noticia publicada en El Tiempo (Venezuela)