Se llaman Seco de Palos, Placer de la Bóvedas, Escarpe de Emile Baudot, Punta de la Mora o Pradera de Burriana... Nombres sonoros, incluso exóticos, novelescos, pero que a nadie le suenan a paraíso natural. Y, sin embargo, son algunos de los lugares más importantes para la biodiversidad española. ¿El secreto de su ignorada existencia? Pues que están debajo del mar.
Los lugares mencionados son algunos de los 25 que han sido propuestos por Oceana como áreas de gran interés que deberían ser protegidas por el Estado español. No son zonas costeras, como las habituales y escasas reservas marinas que existen ahora, sino fondos que se encuentran mar adentro, en aguas territoriales de nuestro país y de los que apenas conocíamos nada porque no habían sido estudiados.
El fruto de esas prospecciones es un listado de los puntos más interesantes desde el punto de vista biológico del patrimonio marino español. Y esa lista ha de tener una aplicación inmediata, puesto que España está obligada por los convenios internacionales a proteger al menos el 10% de sus fondos marinos antes del año 2012. Una tarea en la que aún estamos muy atrasados, pues hasta el momento sólo el 0,5% cuenta con alguna figura de protección. En palabras de Xavier Pastor, director general de Oceana para Europa, la lista dista mucho de ser "utópica" o un "deseo de los conservacionistas", sino que es una guía para asesorar científicamente las decisiones que en breve debe tomar la Administración española.
La Convención de la Biodiversidad de la ONU es un convenio internacional ratificado por España y que obliga a todos los países firmantes a que para 2012 tengan protegido el 10% de sus aguas.
De este modo, España debería proteger en menos de tres años unos 95.000 kilómetros cuadrados, lo que equivale a una superficie mayor que la de Andalucía. Ahora mismo sólo hay considerados como reserva unos 5.000 kilómetros de aguas marinas españolas, que equivale al 0,5% del total.
"Oceana pide sólo lo que la ley reclama porque es estrictamente lo mínimo necesario para el cumplimiento de la legislación y de los acuerdos internacionales", destacó Xavier Pastor. Además, recordó que esta protección supondría un impulso beneficioso en todos los sentidos. No sólo se salvarían fondos marinos de gran valor biológico y cuya riqueza apenas ahora empezamos a conocer, sino que además saldrían ganando las actividades productivas.
Pastor se refirió a la pesca y afirmó que ésta mejoraría, puesto que las zonas de veda servirían de refugio y zona de cría a peces y otras especies comerciales y desde ahí se expandirían a zonas circundantes donde sí está permitida la pesca.
Ricargo Aguilar, director de investigación de Oceana en Europa, hizo notar la enorme presión que sufren las áreas marinas. "No hemos encontrado ni una sola zona virgen", afirmó. "No hay lugar donde no haya marcas de los pesqueros de arrastre, restos de aparejos de pesca o algún tipo de basura", dijo. Crear zonas marinas protegidas ayudaría a poner coto al actual estado de presión continua y generalizada que apenas deja respiro al mar, explicó.
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