Las energías renovables son viables incluso en los lugares más fríos y remotos del planeta. Éste es el mensaje que quieren lanzar al mundo los impulsores de una base científica construida en la Antártida que no emite gases contaminantes a la atmósfera.
La base belga Princesa Isabel, que se acaba de inaugurar en el este de la Antártida, funciona únicamente con energía solar y eólica, y sus creadores consideran que si esto es posible, debería ayudar a combatir el escepticismo de los que cuestionan la viabilidad de la energía verde.
"Si podemos construir una base de estas características en la Antártida, también podemos hacerlo en cualquier otro lugar del mundo. Tenemos la capacidad, la tecnología y el conocimiento para cambiar el mundo", declaró Alain Hubert, el director de este proyecto pionero, en la ceremonia de inauguración celebrada este pasado domingo.
La base Princesa Isabel se une así a otro proyecto similar que se inauguró el año pasado en la Antártida: la E-Base impulsada por el explorador Robert Swan, cuyo suministro energético proviene también de fuentes exclusivamente renovables.
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