Los investigadores estudiaban una variedad de ratones muy sociables que aprendían a asociar un sonido en una jaula específica con algo negativo sólo al escuchar a un ratón en la jaula respondiendo con chillidos de malestar.
Según los autores del trabajo, una variedad diferente de ratones modificados genéticamente con menos tendencias sociales no aprendían ninguna conexión entre estos indicios y el malestar del ratón de la jaula. Esto indicaría que la capacidad para identificar las emociones y actuar en relación a ellas podría tener una base genética.
Como en los humanos, los ratones pueden sentir automáticamente y responder a las emociones positivas y negativas de los otros animales, como la excitación, el miedo o la ira. Según los investigadores, comprender la empatía en los ratones podría conducir a importantes descubrimientos sobre los déficits en la interacción social que se observan en trastornos psicosociales humanos que incluyen el autismo, la esquizofrenia, la depresión y la adicción.
En los experimentos, un ratón observaba como otro ratón era colocado en una cámara de prueba y entrenado para asociar un tono de 30 segundos con una descarga eléctrica suave en las patas. Al sufrir la descarga, el ratón de la prueba emitía llamadas cortas de malestar o chillidos.
A pesar de no sufrir la descarga en las patas, los animales observadores que pertenecían a una variedad muy sociable aprendían de los chillidos de los ratones a asociar la cámara de la prueba y el tono con algo negativo. Cuando eran situados más tarde en la cámara de la prueba y se les ponía el tono, mostraban signos fisiológicos de aversión como quedarse paralizados incluso aunque no se les aplicara la descarga.
En contraste, los ratones observadores de una variedad menos sociable y menos propensos a buscar la compañía de otros ratones no mostraron ninguna respuesta ante el tono cuando fueron situados en la cámara de la prueba.
Según los investigadores, las diferencias entre las dos variedades de ratones muestran que existe un componente genético para la habilidad de percibir y actuar en base al estado emocional del otro. Los investigadores ya planifican estudios que se centrarán en las diferencias específicas entre estas variedades para identificar algunos de los genes específicos que podrían participar en estas actitudes.
Según explica Garet Lahvis, director del estudio, "los ratones son capaces de mostrar una forma compleja de empatía más allá de lo que hemos pensado que era posible. Creemos que existe una contribución genética en la habilidad de sentir empatía que tiene grandes implicaciones para la investigación en el autismo y otros trastornos psicosociales".
Noticia publicada en Ecodiario (España)