Fue como haber descubierto un pedazo del "Arca de Noé" en medio de la selva del Darién. Así describió un grupo de científicos el hallazgo de las nuevas especies, algunas de ellas marcadas con franjas de colores verdes y amarillas, casi fluorescentes, y otras con la piel transparente, denominadas de "cristal".
El hallazgo, divulgado por el Ministerio de Medio Ambiente, reconfortó a la comunidad científica, que considera este descubrimiento como "una luz de esperanza" para este tipo de anfibios, afectados por un hongo denominado Batrachochytrium dendrobatidis (Bd), que está extinguiendo rápidamente a la mayoría de ejemplares. Este hongo es una especie de costra que se les va impregnando en la piel y que les impide hidratarse.
Una de las ranas encontradas, denominada de lluvia, tiene una particularidad adicional que la hace aún más valiosa y es que se pensaba que era endémica o exclusiva de Centroamérica.
Las ranas fueron encontradas en el cerro Takarkuna, en plena selva, el cual tendría que ser declarado como una zona de reserva en los próximos años para preservar estos y otros animales exclusivos que habitan el sector, amenazado por la deforestación.
Se calcula que entre el 25 y el 30 por ciento de la vegetación del lugar, que crece por debajo de los 800 metros de altura, ha sido derribada y convertida en pastizales.
La investigación fue adelantada durante tres semanas por herpetólogos de Conservación Internacional Colombia y ornitólogos de la Fundación Ecotrópico Colombia, con el apoyo de la comunidad embera de Eyakera, asentada en las cabeceras del río Tanelita.
Se encontraron tres ranas de cristal (de los géneros Nymphargus, Cochranella y Centrolene); tres ranas venenosas de la familia Dendrobatidae (Colostethus, Ranitomeya e Anomaloglossus); dos ranas arlequines del género Atelopus y dos especies de ranas de lluvia (Pristimantis).
Los investigadores también recolectaron una salamandra (Bolitoglossa taylori), una lagartija (Ptychoglossus myersi) y una serpiente aún no identificada plenamente.
Luego de confirmar la identidad de las especies descubiertas, más adelante se mostrarán a la comunidad científica, ya que algunas de ellas poseen venenos con los que se podrían desarrollar medicamentos para curar algunas enfermedades.
También, se buscará que las autoridades ambientales evaluen su estado de conservación o riesgo de extinción, de acuerdo a los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn).
Con este hallazgo, se sabe que en Colombia viven 764 especies de anfibios, un número con el que supera a Brasil por unidad de superficie.
Noticia publicada en El Tiempo (Colombia)