Una constante en el paisaje del Sahel africano, esa franja semiárida entre el Sáhara y el trópico, son los cultivos de sorgo, una gramínea originaria del continente africano que permite sobrevivir a millones de personas.
Ahora, científicos de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey (EEUU), junto con colegas de otros países, han descrito el genoma de este "Sorghum bicolor", y aseguran que han abierto nuevas posibilidades para aprovechar mejor el potencial de la planta, tanto como alimento como como biocombustible.
Cuando aún resuenan en Madrid los ecos de la Cumbre de la seguridad alimentaria, en la que se ha abogado por una vuelta a las ayudas a la agricultura como camino para acabar con el hambre, este trabajo cobra especial relevancia, siete años después de que se conociera el genoma del arroz.
Los expertos reunidos en esta cita dejaron claro que el planeta tiene capacidad para alimentar a todos, pese a que hay 1.000 millones de hambrientos, y que aumentar la productividad es básico para ello, así como no potenciar más el cultivo de combustibles que de comida.
El sorgo, precisamente, se caracteriza por su gran resistencia a la sequía y a las altas temperaturas, dos características de especial relevancia en un momento de cambio climático. De hecho su cultivo se ha extendido a las zonas más áridas Estados Unidos, donde se utiliza como alimento para el ganado. «Conocer mejor sus genes ayudará a diseñar especies basadas en las necesidades geográficas y del clima», seguran los científicos.
Noticia completa en El Mundo (España)