La clave se encuentra en una mutación genética de la proteína nAChR, que los investigadores probaron en ratones y que podría ayudar en la búsqueda de nuevos fármacos en este campo.
"Hasta ahora, existía cierta incertidumbre en este campo sobre para qué se utiliza este sistema de limitación del sonido", explica Paul Fuchs, autor del estudio y profesor de otorrinolaringología, cirugía de cabeza y cuello y co-director del Centro de Biología Sensorial del Institute for Basic Biomedical Sciences at Johns Hopkins. "Ahora hemos demostrado definitivamente que este sistema funciona, en parte, para prevenir el trauma acústico", añade.
Para conseguir un mejor manejo de este sistema de limitación del sonido del oído, el equipo de investigación se basó en las conclusiones anteriores y centró sus esfuerzos en la proteína nAChR, que se encuentra en las llamadas células sensoriales del oído.
Para este análisis, el equipo de investigación modificó genéticamente un solo bloque de la proteína nAChR y probó su capacidad para escuchar en ratones. "Esta mutación fue diseñada para producir lo que se denomina como "ganancia de función", en el que el efecto inhibidor de la ACh debería ser mayor de lo normal", explica Fuchs en el estudio publicado en "PLoS Biology" y recogido por otr/press.
Con esta modificación genética, los ratones eran menos capaces de oir los sonidos suaves, lo que demuestra que la alteración en las proteínas nAChR hacía bajar la audición. Entonces el equipo se preguntó si esta alteración en la proteína y la mejora en la habilidad de bloquear el sonido de los ratones alterados podría también proteher de daños provocados por el sonido.
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