La investigadora del Instituto Médico Howard Hughes, Leslie Vosshall, sueña con el día en el que sus descubrimientos sobre el olfato de insectos se utilicen para desarrollar una estrategia para impedir el sentido del olfato en algunos insectos.
Sin sentido del olfato, mosquitos sedientos de sangre serían incapaces del percibir el olor de los seres humanos, y las moscas del Mediterráneo no podrían encontrar el camino hacia los cultivos de cítricos.
Vosshall y sus colegas en la Universidad de Rockefeller, han estado trabajando para entender cómo funciona el sistema olfativo de los insectos, siempre manteniendo una visión general: El nuevo conocimiento sobre cómo los insectos detectan los olores y cómo los olores influencian su comportamiento, podría ayudar a que los investigadores identifiquen nuevas formas de eludir plagas que transmiten enfermedades como la malaria o causan estragos en los cultivos agrícolas.
En el número más reciente de la revista Cell, el equipo de Vosshall publica que ha descubierto una nueva clase de proteínas de detección de olores, que puede explicar algunas de las lagunas en el conocimiento que tienen los investigadores sobre cómo los insectos detectan olores en su ambiente.
Vosshall y sus colegas identificaron las proteínas, que llaman receptores ionotrópicos (RIs), en un grupo de neuronas situadas en las antenas de las moscas de la fruta. “Sabemos todo sobre las células que expresan los genes de los receptores odoríferos, cómo están mapeadas en el cerebro, y qué olores huelen los receptores odoríferos. Pero sabíamos que todavía había un secreto grande y oscuro en el olfato de la mosca”, afirmó Vosshall en un comunicado difundido por el Instituto Médico Howard Huges.
El centro de ese “secreto”, se encuentra una investigación anterior que indicaba que los receptores odoríferos se encuentran en sólo cerca del 70% de las neuronas olfativas de la mosca de la fruta -aunque todas las neuronas tienen la capacidad de detectar olores-.
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