La nueva perspectiva podría transformar en un futuro quizá no muy lejano el modo de tratar la osteoporosis, dando a los médicos un modo inesperado de aumentar la densidad ósea, en vez de limitarse tan sólo a enlentecer su disminución.
Los científicos conocían que el 95 por ciento de la serotonina del cuerpo se produce en una parte del tracto gastrointestinal conocido como duodeno. Es en el cerebro donde se produce el restante cinco por ciento.
El grupo de investigación de la Universidad de Columbia, dirigido por Gerard Karsenty, jefe del Departamento de Genética y Desarrollo en la Escuela de Médicos y Cirujanos de la citada universidad, se había planteado en un principio averiguar más cosas acerca de dos raras enfermedades humanas que afectan a los huesos, y que son causadas ambas por una mutación en el gen llamado Lrp5. Para su sorpresa, el equipo encontró que este gen regula la síntesis de la serotonina en el intestino, y que al activar o desactivar la producción de esta sustancia química en el intestino, podían controlar la formación de los huesos. Específicamente, encontraron que la serotonina induce a las células en el esqueleto a ralentizar la producción de nuevo tejido óseo. Desactivando la producción intestinal de serotonina, el equipo fue capaz de prevenir la osteoporosis en ratonas en período menopáusico.
Así, este estudio demuestra que, sorprendentemente, la formación de los huesos está regulada en gran parte por el intestino.
Ahora, la esperanza de los investigadores es que este hallazgo pueda servir para que la comunidad científica desarrolle nuevas terapias más eficaces para combatir la osteoporosis, una enfermedad padecida por millones de personas.
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