Un equipo de investigadores norteamericanos y japoneses, coordinados a través de las Universidades de Wisconsin, Tokyo y Kobe, han identificado una combinación de genes que explica la inusitada violencia de la «gripe española» que mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo entre los años 1918 y 1919.
Hace tiempo que la ciencia lucha por penetrar los misterios de aquel virus empleando técnicas de genética inversa: esto es, recuperando tejidos congelados de antiguas víctimas y tratando de volver a la vida un virus a partir del material genético en ellos expresado. Estos avances han sido muy criticados por aquellos que temen una fuga de seguridad, a pesar de que todos los experimentos se han hecho siempre en laboratorios de alta seguridad. En 2005 se logró reconstruir por primera vez el virus de gripe española, el H1N1.
Lo que se ha conseguido ahora es generar un grupo de varias combinaciones del virus de 1918, así como de un virus más moderno. Uno tras otro, la mayoría de estos virus se limitaron a causar una gripe ordinaria, es decir, a infectar sólo los pasajes nasales superiores, sin causar la neumonía que era la causa de la muerte fulminante de las víctimas de la gripe española.
Hasta que apareció una combinación de genes que causaban precisamente ese efecto. Cuando aparecen estos tres genes juntos -PA, PB1 y PB2-, incluyendo un gen de polimerasa de ARN que permitía al virus de 1918 sintetizar sus proteínas, la infección se muestra capaz de profundizar en los pulmones y deviene fatal.
La preocupación de la comunidad científica es llegar a tiempo antes de que otra cepa de la gripe desarrolle habilidades parecidas, y más en un mundo debilitado por el sobreuso de antibióticos, cada vez menos efectivos. El virus de la gripe aviar, detectado en Asia, Europa y África, ha matado de momento a 247 de las 391 personas infectadas desde 2003. En cualquier momento puede ocurrir una mutación que multiplique esas cifras por millones.
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