Y ahora lo ha demostrado la comunidad médica: la higiene de las manos es fundamental para evitar contagios. Y no solo es cuestión de gripes y catarros más o menos molestos, sino que, asegura la Escuela Londinense de Higiene y Medicina Tropical en la prestigiosa BMJ (Bristish Medical Journal), es la manera más eficaz de evitar infecciones, neumonías, dolencias estomacales y hasta la temida MRSA (los estafilococos aureus ultrarresistentes).
El trabajo es el primero que analiza la higiene de las manos en la casa y la sociedad a partir de parámetros sanitarios. Y es concluyente: la manera más eficaz de atajar una posible (y muy esperada) pandemia mundial de gripe es una buena higiene como primera línea de defensa durante el período crítico hasta que se encuentra la esperada vacuna. Según esto, las barreras físicas que pongamos a los virus son más útiles que las drogas para prevenir el contagio.
¿De qué barreras se trata? Evidentemente no es lo mismo protegerse de una gripe en el trabajo que de un familiar directo con síndrome respiratorio agudo (SRA). Así hay variedad de opciones, aunque la primera, más importante y repetida es la de lavarse las manos las veces que sea necesario con un producto a base de alcohol y hacerlo bajo el agua corriente; aclarárselas a fondo después y secarlas a conciencia. Es más, aconsejan incluso llevar toallitas con alcohol en el bolso o bolsillo para usarlas cuando uno se ensucie las manos y no tengan dónde lavarlas.
La siguiente fase son las mascarillas, aunque con truco: solo son útiles mientras están secas, ya que una vez que se impregnan de saliva los virus ya están listos para salir disparados al exterior. Guantes, gorros y trajes están pensados para los casos más graves.
Pero los expertos inciden en la importancia del primer nivel de prevención, el familiar: si se reduce el número de afectados en una casa habrá menos virus circulando y por tanto se facilitará la labor de los servicios sanitarios que, a su vez, serán capaces de controlar la epidemia y reducir rápidamente la cifra de enfermos. «Una buena higiene en casa significa menos infecciones, que significan menos pacientes demandando antibióticos y por supuesto menos virus y bacterias resistentes a los fármacos en la comunidad». Así lo resume Sally Bloomfield, una de las profesoras que firma el trabajo, y jefa del Equipo Científico por la Higiene en el Hogar, la organización internacional que encargó el estudio.
Noticia completa en La Voz de Galicia (España)