Qué creen que les haría más felices, que les dieran cinco dólares (unos 3,65 euros) o que les dieran veinte? Y si les dijeran que tienen que gastárselos en las próximas ocho horas, ¿qué harían con ellos?
Estas son dos de las preguntas a las que ha respondido un grupo de voluntarios de Canadá que ha participado en una investigación sobre la psicología de los regalos. Los resultados de la investigación, presentados en la revista Science, rompen con la idea de que los humanos son seres racionalmente egoístas que persiguen su propio beneficio - una idea que ha dominado el pensamiento económico desde el origen del capitalismo-. Al contrario: en una elegante serie de encuestas y experimentos, investigadores de la Escuela de Negocios de Harvard (EE. UU.) y de la Universidad de British Columbia (Canadá) han demostrado que hacer regalos a otras personas hace más feliz que hacérselos a uno mismo.
Sin embargo, también han observado que gran parte de los participantes en sus estudios creen erróneamente que conseguir algo para sí mismos les hará más felices que regalarlo a los demás, lo que les lleva a actuar de una manera egoísta que, paradójicamente, les lleva a ser menos felices.
"La manera de gastar el dinero es tan importante como la cantidad de dinero que se gana para ser feliz", declara Elizabeth Dunn, investigadora de la Universidad de British Columbia y primera autora del estudio. Lo que significa que no es preciso que un regalo sea caro para que sea gratificante. "Nuestros resultados indican que pequeños cambios en la manera de gastar, cambios en cantidades tan bajas como cinco dólares, son suficientes para que una persona se sienta más feliz al final del día".
Estudios anteriores han demostrado que el nivel de ingresos de las personas tiene relación - débil, pero la tiene-con su nivel de felicidad. Sin embargo, la voluntad de tener dinero no favorece que uno pueda dedicar su tiempo a actividades gratificantes, como advirtió el psicólogo y premio Nobel de Economía Daniel Kahneman en una investigación presentada en el 2006.
Para explicar esta paradoja, los investigadores de Harvard y Vancouver preguntaron en una encuesta a 632 ciudadanos de Estados Unidos cuánto dinero ganaban, cómo lo gastaban y cómo se sentían de felices. El dinero que gastaban en sí mismos resultó no guardar relación con el nivel de felicidad. Pero el dinero gastado en los demás - tanto en regalos como en donaciones-,sí.
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