Una reconstrucción de la pelvis de 1,2 millones de años descubierta en el 2001 en Afar, Etiopía, ha llevado a los investigadores a especular con que los primeros humanos estaban mejor dotados para producir bebés con cerebros más grandes de lo que se pensaba anteriormente.
Reconstruyendo los fragmentos de huesos de la pelvis de una mujer adulta de 1,2 millones de años de antigüedad, el paleoantropólogo Sileshi Semaw de la Universidad de Indiana en Bloomington y sus colaboradores determinaron que el tamaño del canal del parto de esa mujer era más de un 30 por ciento mayor que lo considerado como normal a partir de las estimaciones previas basadas en una pelvis masculina joven de 1,5 millones de años encontrada en Kenia.
Los científicos también estuvieron intrigados por otros atributos únicos del espécimen, tales como su pequeña estatura y una forma más ancha del cuerpo, rasgos vistos con mayor frecuencia en homínidos adaptados a climas templados, en lugar del cuerpo alto y estrecho que se ha considerado que era más eficiente para hacer largos desplazamientos.
Los primeros humanos se volvieron más altos y estrechos con el paso del tiempo, según consideran los científicos, debido parcialmente a los desplazamientos de larga distancia y para ayudarlos a mantenerse con una temperatura corporal constante. Una consecuencia, sin embargo, es que una pelvis más estrecha habría sido menos adecuada para producir descendientes con cerebros más grandes.
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