Esta es una diminuta bacteria parasitaria que vive en las células del tracto genital y respiratorio de los primates. Estos organismos creados artificialmente por el ser humano pueden ayudar a producir biocombustibles, limpiar desechos tóxicos y recoger y almacenar carbono, como lo señala un artículo de la revista Science.
Gracias al trabajo de estos investigadores, será factible, en el futuro cercano, la creación de la primera forma de vida artificial.
Tras varios años de trabajo, el grupo descubrió que podía usar una recombinación homóloga (un proceso en el que las células reparan sus cromosomas).
Cuando los investigadores del Instituto Venter comenzaron este trabajo, hace varios años, sabían que sería difícil, porque iban a incursionar en un territorio totalmente desconocido. Sin embargo, a través de las investigaciones demostraron que la construcción de grandes genomas es factible y que se puede llevar a una mayor escala.
Dan Gibson, uno de los participantes en el estudio, explica que continuarán trabajando para llegar al propósito final: insertar el cromosoma sintético en una célula y activarlo con el fin de crear los primeros organismos sintéticos.
Un informe, publicado en la revista Science, revela que esta bacteria fue utilizada porque es la que tiene el genoma más pequeño y se puede generar en un cultivo propio. Otro de los objetivos que persigue el equipo es conocer cuál es el contenido genético mínimo que necesita un organismo para desarrollar las funciones esenciales para vivir.
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