A 63 años luz de la Tierra, en la constelación Vulpécula, este planeta extrasolar de tamaño parecido a Júpiter fue descubierto por un grupo de investigadores franceses el 6 de octubre de 2005. Y desde entonces ni ellos ni cientos de colegas de todo el mundo han dejado de observarlo con cuidada atención.
Este fue, por ejemplo, uno de los dos primeros planetas extrasolares que se pudieron observar directamente con un espectroscopio, lo que permitió averiguar muchos de los elementos que componen su atmósfera. En 2007, utilizando los telescopios orbitales Spitzer y Hubble, se confirmó que la atmósfera de HD 189733b contenía vapor de agua y más tarde, este mismo año, también compuestos orgánicos, entre ellos metano.
Pero ahora, de nuevo gracias al telescopio Hubble, Mark Swain, científico del Jet Propulsion Laboratory, de la NASA, ha podido determinar también la presencia de dióxido y monóxido de carbono, un paso de excepcional importancia en la carrera hacia la búsqueda de formas de vida fuera de la Tierra.
En principio, con sus casi 700 grados de temperatura superficial, HD 189733b está demasiado caliente como para que en él haya vida. Pero los datos obtenidos con el Hubble son una clara prueba de que la química básica de la vida puede ser rastreada con la tecnología actual en lejanos planetas en órbita de otras estrellas.
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