La tumba contenía restos de varios animales, raramente encontrados en enterramientos del período Neolítico, como cincuenta caparazones completos de tortugas, la pelvis de un leopardo, la punta del ala de un águila dorada, la cola de una vaca, los esqueletos de dos hurones, y el antebrazo de un jabalí salvaje, que apareció alineado con el húmero izquierdo de la mujer, según arqueólogos de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Asimismo, fue descubierto un pie humano de un individuo considerablemente más alto que la sepultada, que era de pequeña estatura y tenía 45 años en el momento de fallecer, según análisis de sus huesos.
Grosman considera que el enterramiento responde a lo que los expertos asocian con las tumbas de chamanes, pues generalmente los enterramientos reflejan el papel que desempeñaba el individuo, y suelen aparecer junto a los animales y otros objetos con los que se relacionaron en vida.
Leore Grosman, del Instituto de Arqueología del centro académico y que dirige la excavación en Hilazon Tachtit, en la Galilea occidental, cree que los preparativos y el ritual empleados para el enterramiento, así como el método para sellar la tumba, sugieren que la sepultada tenía un papel destacado en la comunidad. La chamán también tenía una apariencia asimétrica debido a un problema vertebral que podría haber afectado su modo de andar, lo que pudo causarle cojera.
El método de enterramiento también es peculiar: La mujer reposaba de lado, con su columna, pelvis y fémur derecho contra la pared curva de la tumba, que es de forma ovalada, y sus piernas aparecieron separadas y dobladas hacia dentro a la altura de las rodillas.
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