El Tyrannosaurus rex fue el dinosaurio con mejor olfato entre todos sus congéneres carnívoros, un descubrimiento que deja su reputación de carroñero en un segundo plano.
Es la conclusión a la que han llegado los investigadores Darla Zelenitsky de la Universidad de Calgary y François Therrien del Museo Royal Tyrrell, ambas instituciones canadienses, tras determinar el volumen y la forma del bulbo olfativo de una gran variedad de dinosaurios de dos patas que habitaron la Tierra en el periodo Jurásico, entre 200 y 145 millones de años atrás.
Además del T. rex, entre los terópodos examinados se han incluido raptores, ornitomimosaurios, los lagartos imitadores de aves parecidos a las avestruces y el primitivo pájaro Archaeopteryx, que evolucionó a partir de los dinosaurios carnívoros de menor tamaño.
POTENTE OLFATO
El bulbo olfativo es la parte del cerebro asociada con el sentido del olfato que se encuentra, de hecho, al final de las fosas nasales. Naturalmente, el cerebro no se conserva pero, gracias a la tecnología TAC (tomografía axial computarizada), hoy es posible analizar el cráneo si está en buen estado e inferir cómo era.
Zelenitsky, autora principal del estudio, explica que la fama de carroñero del T. rex proviene de su agudo olfato rastreador, algo que no corresponde con lo que se puede observar en los animales actuales.
"Los bulbos olfatorios de gran tamaño se hallan en pájaros y mamíferos actuales que dependen en gran parte de su olfato para encontrar carne, en animales que son activos durante la noche y en aquellos que patrullan áreas extensas", aclara la paleontóloga.
Así que el "rey de los dinosaurios carnívoros" debió usar su aguda "nariz" para dar con sus presas.
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