Los recién llegados interfieren en la actividad de una enzima (la ARN polimerasa), esencial en la expresión genética de la bacteria, primer paso para la fabricación de las proteínas necesarias para la vida.
"Los tres antibióticos son candidatos atractivos para desarrollar agentes antibacterianos de amplio espectro", ha señalado Richard H. Ebright, jefe del equipo de investigadores de la Universidad Rutgers (Nueva Jersey, Estados Unidos) que ha llevado a cabo este descubrimiento.
La ARN polimerasa es un enzima, es decir, un catalizador de reacciones, presente tanto en las bacterias como en los animales, incluidos los seres humanos. Su estructura recuerda a una pinza de cangrejo, con dos brazos que se abren y cierran y una bisagra que permite esos movimientos. La región que queda en el medio es el centro activo, el que realiza la función de la enzima, y el punto en el que ambos brazos confluyen, la zona que la pone en marcha y controla los cambios en la conformación.
Por su importante acción, la ARN polimerasa es la diana de muchos fármacos como la familia de las rifamicinas, el tratamiento más importante hoy en día contra la tuberculosis. Estos antibióticos se unen a un punto cercano al centro activo y bloquean la síntesis de ARN. En resumen, inhabilitan la enzima.
"Mycobacterium tubercolusis", como todas las bacterias, posee ARN polimerasas, pero ha logrado burlar a los antibióticos gracias a un pequeño truco: ha alterado la zona a la que se unen las rifamicinas de forma que éstas ya no la reconocen y no pueden cumplir su cometido. Mecanismos como éste van convirtiendo a los microorganismos en resistentes a las armas que hemos elaborado contra ellos y, a no ser que encontremos otras, facilitan su supervivencia en cualquier medio, como el interior del cuerpo humano.
El trabajo de Ebright y sus colegas, publicado recientemente por la revista "Cell" describe el hallazgo de otro "punto flaco" de la ARN polimerasa y cómo tres antibióticos son capaces de atacarlo de forma selectiva; Mix, Cor y Rip, por sus abreviaturas, sintetizados por otras bacterias. Al contrario que las rifamicinas, que actúan sobre el centro activo de la enzima, estos tres compuestos bloquean la bisagra.
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