Aunque el descubrimiento está lejos de poder reproducirse en humanos, según advierten con cautela los propios investigadores en las páginas de la revista
"Nature", el logro abre nuevas vías de conocimiento sobre estas células capaces de autorenovarse indefinidamente.
Las células madre se caracterizan por su capacidad para dividirse permanentemente produciendo dos hijas diferentes entre sí. Mientras una de ellas sigue siendo capaz de repetir esa pauta reiteradamente, la otra "hija" pierde en parte su capacidad para dividirse a cambio de lograr especializarse en una función determinada dentro del organismo (por ejemplo, en la próstata). Esta estrategia permite a una sola célula madre generar enormes cantidades de tejido durante la vida de un individuo, regenerando aquellos que van envejeciendo o "estropeándose".
En este trabajo, para poder identificarlas y diferenciarlas del resto de células normales que componen la próstata (adultas y especializadas), lo primero que tuvieron que hacer los científicos fue averiguar qué marcas en su superficie las distinguían del resto. Es decir, qué marcadores celulares son específicos de estas unidades y no de las células prostáticas ordinarias.
"Un estudio reciente señalaba que las regiones de la próstata del ratón cercanas a la uretra podían constituir el nicho de células madre", explica en su investigación el doctor Wei-Qiang Gao. Así que compararon las células de esa zona con las de otras regiones para ver qué marcadores celulares se expresaban allí con más fuerza y fijaron su atención en uno de estos elementos, CD117.
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