El peine no engaña. Tampoco los rastros en el lavabo, en el gorro de natación tras salir de la piscina o en los hombros de las camisetas. Son señales claras de que el pelo ya no es tan fuerte como antes; las primeras evidencias de que las temidas entradas, que afectan a la tercera parte de los varones a partir de los 45 años, aparecerán en breve. Pero dos equipos distintos de investigadores han descubierto nuevas variantes genéticas relacionadas con este tipo de calvicie que podrían ayudar a prevenirla con antelación.
Según publican en "Nature Genetics" los autores de uno de los trabajos -del King"s College de Londres, la Universidad MacGill de Canadá y de la farmacéutica Glaxosmithkline- se han hallado dos variantes genéticas hasta ahora desconocidas que, "cuando se presentan juntas en el mismo individuo multiplican por siete el riesgo de padecer alopecia. Y esta condición se da en uno de cada siete hombres". Es decir, en el 14% de la población mundial.
La alopecia androgénica, que así se conoce a esta característica pérdida de pelo en forma de M, es una condición hereditaria en el 80% de los casos. Hasta ahora, el único gen que se había relacionado con este trastorno era uno del cromosoma X que, por tanto, sólo podían transmitir las mujeres. Por eso, el espejo en el que se fijaban los varones para saber si iban a ser o no calvos era el del abuelo materno.
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