Que ciertos insectos atacan a los árboles y se convierten en plagas es algo conocido por cualquier campesino. Algunos escarabajos, por ejemplo, taladran la corteza y se alimentan de la parte interior del tronco, matando a los árboles. Lo que no es tan sabido es que algunos de esos devoradores no usan sólo las mandíbulas, sino todo un arsenal químico y biológico que los convierte en asesinos perfectos, auténticos "Terminators".
Es el caso de cierta especie norteamericana del género "Dendroctonus", que vive en asociación mutualista con hasta tres tipos de hongos y una bacteria, a los que "utiliza" para vencer las defensas del árbol, alimentarse y repeler a competidores indeseados. Porta todo ese kit de supervivencia en un habitáculo especial de su cuerpo llamado micangio y se traslada de un bosque a otro con su mochila de herramientas de supervivencia.
Ahora, además, una investigación publicada en la revista "Science" ha comprobado que el arsenal de "Dendroctonus" es todvía mayor de lo que se pensaba. Los investigadores han descubierto que la bacteria que convive con el escarabajo fabrica una molécula nueva para la ciencia, un antibiótico al que han llamado mycangimiycina y que mantiene a raya a ciertos hongos molestos para el escarabajo.
Importancia del mutualismo Los autores de la investigación, liderados por Jarrod J. Scott, de la Universidad de Wisconsin-Madison, defienden que el hallazgo prueba lo importante que es ahondar en el estudio de las relaciones de mutualismo y simbiosis, pues siendo tan abundantes en la naturaleza es de esperar nuevas sorpresas. Además, en un sentido más utilitario, avisan de que apostar por ese campo de investigación es una «efectiva estrategia para localizar nuevos productos naturales biológicamente activos».
Pero volviendo a los pequeños protagonistas de esta posible revolución farmacéutica en ciernes, hay que recordar que, de momento, sólo han sido un problema. Las plagas de "Dendroctonus" generan grandes pérdidas anuales a la industria maderera en Norteamérica y Centroamérica.
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