El hielo lo detiene todo, incluso el paso del tiempo. Científicos alemanes procedentes del Instituto Federal de Ciencias Geológicas y Materias Primas de Hannover han descubierto un bosque fósil, datado en 55 millones de años de antigüedad, en una isla del Ártico. Concretamente en Ellesmere, bajo jurisdicción canadiense y uno de los lugares más septentrionales de nuestro planeta.
El equipo, formado en su mayoría por paleontólogos y geólogos, mostró «gran sorpresa» al comprobar el buen estado de conservación de ciertos árboles. «Algunos de los troncos petrificados siguen en pie desde comienzos del Cenozoico, y todavía pueden reconocerse sus anillos de crecimiento», señala el doctor Karsten Piepjohn, director del proyecto. Los ejemplares que se han mantenido arraigados presentan alturas inferiores al metro y medio. No obstante, se han hallado troncos caídos de más de diez metros de longitud, lo que ha llevado a los investigadores al convencimiento de que se trataba de un bosque «grande y denso» en su origen.
Piepjohn ha identificado diferentes especies vegetales en la zona, pero destaca la presencia del árbol de mamut o gran secuoya. Aunque es una variedad resistente al frío, su origen está en el oeste de Estados Unidos, una latitud con temperaturas mucho más suaves que las del Ártico. A partir de estos datos, los expertos germanos estiman que el clima, en la era que se desarrolló la masa forestal, era «mucho más cálido que ahora». De este modo, las regiones polares de hoy estarían «libres de hielo» en la Era Terciaria, mientras que en Alemania reinaría un «agradable clima subtropical».
Noticia publicada en Ideal (España)