Privilegiar a un hijo frente a otro está mal visto entre los seres humanos y, a la larga, acarrea problemas. Pero en la naturaleza, donde el reproche social no existe e impera la ley del éxito reproductivo, el favoritismo parental es frecuente. Los animales abandonan a las crías enclenques o se esfuerzan menos en alimentar a las de futuro incierto. Hasta ahí, nada nuevo.
Investigadores españoles han descubierto, sin embargo, que algunas aves utilizan el plumaje como indicador de calidad incluso en el nido; las crías con colores más vistosos reciben más comida porque se les supone mejor porvenir reproductor.
Es el caso del carbonero común (Parus major), un ave paseriforme muy común en Europa, Asia y Norte de África. Los progenitores alimentan más a los pollos cuyo plumaje presenta mayor capacidad de reflejar la luz ultravioleta porque, en general, de adultos tendrán más éxito al emparejarse y legar sus genes a generaciones futuras de carboneros.
Para llegar a esta conclusión, científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) han analizado las manchas amarillas que las crías de carbonero presentan en la nuca, además de las del pecho, mejor estudiadas. Como parte del experimento, «camuflaron» las manchas craneales de algunos pollos con un rotulador especial, de color similar pero sin reflectancia ultravioleta. Al cabo de unos días estas crías habían crecido menos que las que lucían su plumaje natural. «La función del plumaje colorido en esta especie, y probablemente también en otras, es la comunicación entre adultos y polluelos y, en último término, la eficacia biológica», bien porque se da prioridad a los más llamativos, bien porque son más visibles en las oquedades de árboles donde anidan los carboneros.
«Todavía nos queda por dilucidar cuál es la razón, o puede que sean ambas porque no son excluyentes», explica el biólogo Ismael Galván, director del estudio.
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