Cualquiera con una relación de pareja de largo plazo reconocerá que, a veces, los hombres son de Marte y las mujeres, de Venus. Se sabe que ambos sexos piensan muy distinto, pero hasta ahora se lo atribuía a las hormonas sexuales o a las presiones sociales que hacen que hombres y mujeres se comporten de una manera determinada. En general, se creía que la arquitectura básica del cerebro y sus funciones principales eran las mismas para ambos sexos.
Sin embargo, cada vez se cuestiona más esta idea. La ciencia está comenzando a mostrar que el cerebro masculino y el femenino se forman a partir de distintos programas genéticos, lo que provoca una gran cantidad de diferencias anatómicas. Existen también diferencias en los circuitos cerebrales y en las sustancias químicas que transmiten los mensajes entre las neuronas. Todo esto apuntaría a concluir que no existe un único cerebro humano, sino dos.
Y esto les está dando un dolor de cabeza a los neurocientíficos. La mayor parte del conocimiento disponible surge de estudios sobre el cerebro de animales machos y voluntarios masculinos. Conocer en qué se diferencian las mujeres ayudaría a explicar algunos de los misterios científicos que aún existen, como por qué los hombres y las mujeres tienden a sufrir distintos trastornos mentales y por qué algunos fármacos dan resultado en un sexo y no en otro.
Cada vez es más evidente que el hipotálamo es apenas el comienzo de la historia. Para empezar, los tamaños relativos de muchas estructuras internas del cerebro femenino son distintos de los del cerebro masculino. En un estudio realizado en 2001, el equipo dirigido por Jill Goldstein, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, midió y comparó 45 regiones cerebrales en mujeres y hombres saludables. Los autores hallaron que partes del lóbulo frontal, que alberga las funciones de toma de decisión y solución de problemas, eran proporcionalmente más grandes en las mujeres que en los hombres. Lo mismo ocurrió con la corteza límbica, que regula las emociones.
Otros estudios hallaron también que el hipocampo, que participa en la memoria de corto plazo y en la navegación espacial, es más grande en las mujeres que en los hombres, lo que sorpresivamente les otorgaría la mala reputación femenina en la lectura de mapas.
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