A partir del nacimiento de Louise Brown, en Inglaterra, se han clonado animales y se han producido embriones libres de enfermedades hereditarias.
Ella nació después de que sus padres intentaron sin éxito concebir de manera natural, porque una obstrucción en las trompas de falopio de su madre dificultó la tarea.
Así que se valieron de la ciencia para lograrlo y desde entonces la práctica, que venía gestándose desde 1966, tomó fuerza y se extendió por el mundo. A partir de ese momento, la investigación para la procreación no ha cesado.
Y los científicos pronostican que los avances irán en aumento. Un editorial de la revista Nature reunió las opiniones de expertos en genética a propósito del cumpleaños número 30 de Louise Brown.
Niños sin riesgo de cáncer
Lo que vaticinan es que en unos años podrán nacer bebés sin riesgo de padecer cáncer o Alzheimer y con las características físicas que escojan sus padres. Aunque esto inevitablemente desencadenará, como lo han hecho los métodos logrados hasta ahora, discusiones sobre la ética de dichas conquistas de la ciencia, encabezadas en gran medida por la Iglesia Católica.
Pero "la ética cambia", dice Alan Trounson, uno de los especialistas consultados por Nature y pionero en fertilización in vitro. "Lo que una vez pareció peligroso ahora resulta aceptable", asegura.
"La ciencia se desarrolla tan rápido que la gente no puede entender lo que está pasando y eso asusta", dice por su parte Miodrag Stojkovic, biólogo celular del Centro de Investigación Príncipe Felipe en Valencia (España).
Por eso, cada país emprende medidas para poner límites a la experimentación en esta área. Según Ruth Deec, miembro la Autoridad Británica en Fertilización Humana y Embriología, probablemente el organismo más importante del mundo en esta materia, el modelo a seguir es el que ha adoptado su país.
Noticia completa en El Tiempo (Colombia)