Una semana después de haber presentado al mundo el templo del Venado Cautivo, de 4.000 años de antigüedad, el investigador Ignacio Alva Meneses se aprestaba a dar por concluida la temporada de excavaciones en el complejo arqueológico de Ventarrón, cuando un hecho curioso llamó su atención desde el fondo de la tierra.
Dispuesto a resolver los enigmas y satisfacer la curiosidad que heredó de sus padres --Walter Alva y Susana Meneses, también arqueólogos-- Nacho, como es conocido el especialista, tomó la decisión de seguir hurgando. Así, un pequeño forado en el piso le permitió descubrir un nuevo templo de 4.500 años de antigüedad en el mismo sitio de Ventarrón, ubicado a menos de diez kilómetros del distrito de Pomalca.
Una de las paredes del nuevo templo hallado presentaba la figura en alto relieve de dos peces gemelos distribuidos en direcciones opuestas, los mismos que fueron hechos con barro que poseía un alto contenido de fibra vegetal, el cual habría evitado su deterioro.
Así pues, Ignacio Alva estaba frente a algo mucho más arcaico que lo que había descubierto durante la temporada 2007. Se trataba de frisos que son considerados los principales elementos decorativos del templo, construido sobre una cresta rocosa. Al costado de este también se descubrió un altar circular de culto al fuego.
El responsable del proyecto Ventarrón, Walter Alva, calificó el hecho como un descubrimiento trascendental. Indicó que los peces representados cobijan un especial interés en el mundo moderno porque permitirá entender el origen de las primeras civilizaciones.
"Los relieves y el templo están asociados al culto a la fertilidad", señaló Alva. Destacó el trabajo del equipo de profesionales que hace algunos días, y luego de dos meses, culminaron los trabajos de mantenimiento y restauración de los peces opuestos, además de otras labores muy especializadas en los diversos niveles que posee el recinto religioso de Ventarrón.
Noticia publicada en El Comercio (Perú)