La muerte súbita de las células cerebrales, como consecuencia de la disminución o la interrupción del riego sanguíneo en el cerebro es lo que se conoce con el nombre de ictus o infarto cerebral. Su incidencia es alta en todo el mundo, causando cerca de seis millones de fallecimientos.
Por su alta incidencia y, además, por el hecho de que se considera una enfermedad propia de la edad ya que aproximadamente un tercio de estos eventos afectan a personas menores de 65 años, las investigaciones que se llevan a cabo sobre la enfermedad tienen un amplio eco mediático. Esta es la situación del estudio internacional en el que, con 2.600 voluntarios, participan cincuenta y cinco hospitales españoles, portugueses y alemanes. El objetivo del estudio ICTUS (International Citicoline Trial on Acute Stroke) es confirmar la eficacia de ese medicamento de Ferrer en el tratamiento de los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular isquémico en fase aguda. Para el doctor Dávalos, investigador principal de este estudio y director del Departamento de Neurociencias del hospital Germans Trias i Pujol, los ensayos clínicos realizados hasta el momento con Citicolina han sugerido que este fármaco puede reducir notablemente la dependencia de los pacientes a los tres meses de producirse el infarto cerebral.
Son muchos los ensayos clínicos en los que se ha demostrado su eficacia en el tratamiento de distintas enfermedades neurológicas -ictus, enfermedad cerebrovascular crónica, mal de Parkinson y enfermedad de Alzheimer así como traumatismos craneoencefálicos- y, paralelamente, es un fármaco con escasos efectos adversos.
Hoy por hoy, la mayoría de los medicamentos utilizados para combatir las secuelas del infarto cerebral sólo hacen efecto si se administran en un plazo máximo de tres o cuatro horas después de producirse. «Parece ser que con Citicolina este plazo puede prolongarse hasta pasadas veinticuatro horas», según el doctor Dávalos.
Noticia publicada en ABC (España)