Las prácticas funerarias de los mexicas se caracterizaron por cremar a los individuos y depositar sus cenizas en diversos lugares del centro ceremonial del Templo Mayor. Entre más jerarquía tuvieran los difuntos, más cerca eran colocados del Cu de Huichilobos o de alguna otra estructura prehispánica de ese recinto sagrado.
La música fúnebre, la danza ritual, el sacrificio, el autosacrificio, el ofrecimiento de bienes, el luto y las prohibiciones, además de los discursos que se pronunciaban durante las ceremonias de duelo son algunos de los aspectos que devela la arqueóloga Ximena Chávez, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien actualmente trabaja en las excavaciones que se realizan en el predio de las Ajaracas, donde fue hallada la colosal escultura de Tlaltecuhtli.
Chávez, especialista en estudios de antropología y de ADN, explica que en las páginas de su primer volumen intitulado Rituales funerarios en el Templo Mayor de Tenochtitlan, editado por el INAH, devela los resultados arrojados por “ocho contextos fúnebres aparecidos durante la primera temporada de excavaciones en el Templo Mayor.
“Estas tumbas se caracterizan porque los individuos fueron depositados y cremados ritualmente y en el volumen se podrán conocer aspectos relacionados con sus creencias y prácticas funerarias, sobre todo lo referente a la cremación y respuestas en torno a cómo se hacía, a quién y en qué lugar eran colocados los restos humanos.”
Noticia completa en La Jornada (México)