Kazuhisa Sasaki, director del Museo de Ámbar de Kuji, encontró la criatura, hasta ahora la más antigua hallada en el país, enterrada dos metros bajo tierra en una mina al noreste de la Prefectura de Iwate. "Esta zona es famosa por producir grandes cantidades de ámbar" comenta Sasaki. "El depósito donde lo encontré tenía muchos otros insectos como moscas antiguas, abejas y cucarachas" explica.
El descubrimiento de Sasaki, uno de los tan sólo siete ejemplares de mantis hallados en todo el mundo que datan del periodo cretácico, arroja valiosa información sobre la transformación de las estructuras morfológicas en los seres vivos.
"Las mantis actuales tienen entre cinco y seis espinas en sus patas delanteras que les permiten capturar a su presa", explica Kyoichiro Ueda, curador del Museo de Historia Natural y Humana de Kiakyushu. "Los especímenes del Cretáceo hasta ahora encontrados no tienen estas espinas, pero el nuevo fósil tiene dos que salen de su fémur", añade.
Aunque el bloque de ámbar aún se está puliendo poder dar a los investigadores una mejor vista de las partes del animal, otra diferencia que se ha observado con hallazgos anteriores es que el fósil tiene pequeños pelos en sus piernas.
Todo lo anterior hace pensar a los científicos que el animal podría ser el "eslabón perdido" entre las mantis del periodo cretácico y los insectos actuales.
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