Investigadores del Instituto Leloir descubrieron en la mosca de la fruta un mecanismo fisiológico de regulación de oxígeno que podría ayudar a comprender el proceso de formación de vasos sanguíneos en los seres humanos (angiogénesis). El hallazgo, realizado enteramente en nuestro país, echa luz además sobre el proceso de formación de tumores y sobre otras afecciones vinculadas con la hipoxia o falta de oxígeno en los tejidos, como el infarto de miocardio y el llamado pie del diabético.
A diferencia de los mamíferos, la mosca de la fruta o Drosophila melanogaster no tiene vasos sanguíneos ni arterias ni venas. Pero cuenta con un sistema respiratorio tubular denominado "sistema traqueal" que puede ser modulado por diferentes estímulos y que le permite distribuir el oxígeno a todos los órganos y tejidos. A pesar de las diferencias, los mecanismos que gobiernan la ramificación del sistema respiratorio tubular de los insectos son muy similares a los que rigen la formación de capilares sanguíneos (arterias y venas) en los seres humanos. Frente a condiciones de hipoxia o falta de oxígeno, los insectos disparan una serie de respuestas compensatorias, entre ellas la generación de nuevas tráqueas, mecanismo que en los seres humanos equivale a la angiogénesis o formación de nuevos vasos.
Sistemas en espejo
Hasta ahora se creía que la falta de oxígeno era censada por las células de los distintos tejidos de la mosca y que éstas emitían señales para atraer a las tráqueas e induciendo su ramificación. Algo similar a un pedido de delivery de oxígeno solicitado desde fuera de la tráquea. Más precisamente, se pensaba que la hipoxia inducía en los tejidos el incremento en los niveles de una molécula denomina "branchless", que guiaba la formación de nuevas tráqueas. El mismo mecanismo explicaba el crecimiento de los vasos sanguíneos en los seres humanos: el factor de crecimiento vascular, o VEGF, da paso a la formación de nuevos capilares. El trabajo liderado por el biólogo Pablo Wappner, investigador del Conicet y jefe del Laboratorio de Genética y Fisiología Molecular del Instituto Leloir que hoy se publica en la tapa de Developmental Cell, amplía sustancialmente este panorama.
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